SELLO

Sortija u objeto cilíndrico que llevaba el nombre de su propietario, o un diseño, y a veces ambos, grabados en el metal o en la piedra preciosa (Éx. 28:11; Est. 8:8).

Los sellos babilónicos en forma de cilindro se remontan a una gran antigüedad, y los del tercer cuarto del siglo IV a.C. indican un desarrollo artístico destacable. Los sellos rectangulares y ovales desplazaron totalmente a los cilíndricos en Palestina a partir de la edad de hierro.

El anillo de sello se llevaba en la mano derecha, o suspendido del cuello mediante un cordón (Gn. 38:18; Jer. 22:24). Las cartas y otros documentos se formalizaban mediante un sello (1 R. 21:8; Neh. 9:38; Est. 8:8; Jer. 32:10, 44; Jn. 6:27). La huella se marcaba por lo general en arcilla (Jb. 38:14).

En Palestina se ha descubierto una cantidad considerable de sellos y de documentos llevando el nombre de sus propietarios, y datando de un período comprendido entre los siglos VIII y V a.C. Los cofres, jarras, sepulcros y lugares donde no se debía penetrar, recibían el sello de la autoridad correspondiente (Jb. 14:17; 41:6; Dn, 6:17; Mt. 27:66; Ap. 5:1).

Nehemías y los suyos sellaron un pacto (Neh. 10:1).

El creyente, al dar crédito a lo que Dios dice acerca del hombre y de la salvación que Él ha provisto, virtualmente pone su sello (asiente al hecho) de que Dios es veraz (Jn. 3:33). «El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos (la parte de Dios); y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo (la parte del hombre)» (2 Ti. 2:19). Ésta es una ilustración del doble sello girando sobre un pivote, del que se podían usar ambos lados.

El rollo en Ap. 5 tenía siete sellos, dispuestos de manera que al romper un sello se podía desenrollar una parte del rollo; así, se van abriendo sucesivamente los sellos hasta que todo queda revelado.

El hecho de sellar constituía un proceso legal mediante el que se confirmaba un acto de entrega o prohibición o reserva (cfr. Jer. 32:7-11). También se empleaban con frecuencia como testimonio y prueba de genuinidad. Esto puede ser de ayuda para comprender el concepto de sellamiento cuando se aplica a Cristo y a los cristianos.

(a) El Señor Jesús habló de Sí mismo como habiendo sido sellado por Dios el Padre (Jn. 6:27), refiriéndose indudablemente al descenso del Espíritu Santo sobre Él en Su bautismo. Así, se dio testimonio de que Él era el Hijo de Dios.

(b) Los creyentes son sellados por el Espíritu para el día de la redención, y el Espíritu es también las arras de la herencia (2 Co. 1:22; Ef. 4:30). El don del Espíritu es el sello. Ello no pudo ser así hasta que se llevó a cabo la obra de la redención, consiguiéndose así la justicia para los hombres. Pero el sello es ahora la marca distintiva de los que son de Dios. El concepto de sellado es distinto del de ser nacidos del Espíritu, así como del de ser conducidos por el Espíritu después de haberlo recibido. Sólo los creyentes reciben el sello, en virtud de su fe en el Salvador, que murió por ellos y que resucitó para su justificación. El sellado, basado en el perdón de los pecados, da la consciencia del beneficio conseguido por la fe.

Hay varios incidentes en el libro de Hechos que arrojan luz sobre esto. En el día de Pentecostés, después que Pedro hubiera proclamado la muerte, resurrección y exaltación de Cristo, los oyentes, compungidos de corazón, dijeron: «¿Qué haremos?» (Hch. 2:37). Pedro les contestó: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch. 2:38). Así, cuando Pedro predicaba a Cornelio y a los que se habían reunido en su casa, mientras él estaba diciendo: «Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre... el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso» (Hch. 10:43, 44). En Ef. 1:13 se afirma que los gentiles, al creer en el evangelio de su salvación, fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa. (Véase ESPÍRITU SANTO.)

(c) Los ciento cuarenta y cuatro mil de las doce tribus de Israel mencionados en Ap. 7:3-8 serán sellados en sus frentes. Esta cantidad tipifica la integridad del remanente que quedará preservada para bendición a través de la gran tribulación, y quedan patentes como portadores del testimonio y de la marca del Dios viviente.