SERAFÍN

Ser celestial visto por Isaías ante el Señor en Su trono. Cada uno de ellos tenía tres pares de alas: con un par cubría su cara, en muestra de reverencia; con otro cubría sus pies, en muestra de humildad; con el otro par volaba para cumplir su misión.

Gesenius y Fürst dan al término «saraf» el significado de «quemar» y «ser exaltado». Dan a los serafines el último significado como «exaltados». Este término aparece sólo en Nm. 21:6; Dt. 8:15, traducido «ardiente»; en Nm. 21:8 se traduce como «serpiente ardiente», mientras que en otros dos pasajes Is. 14:29 y 30:6, se traduce «serpiente voladora». En Is. 6:2-7 (en forma plural), los «seraphim» son seres exaltados, pero las únicas acciones que se registran son que uno de ellos sacó un carbón ardiendo del altar y, tocando con él la boca del profeta, dijo: «es quitada tu culpa, y limpio tu pecado». Clamaban uno a otro: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.»

La distinción entre querubín y serafín parece ser que, en tanto que éstos dan testimonio de la santidad de Dios (esto es, de Su naturaleza), aquellos exhiben los principios de Su justo gobierno sobre la tierra. Los «seres vivientes» de Ap. 4 combinan las características de querubín y serafín. (Véanse QUERUBÍN, SERES VIVIENTES.)